jueves, 21 de junio de 2012

Miklós Rózsa

Probablemente, el culpable de que me encanten las películas "de romanos".

Suenan los metales en una abarrotada avenida cercana al Palatino. La muchedumbre lanza vítores a un general triunfante y gráciles puellae agitan sistros mientras danzan. Esforzados esclavos reman al ritmo de unos timbales al mando de un altivo soldado a bordo de una trirreme que surca un proceloso mar. Carreras de cuádrigas y duelos de espadas. La sangre de los gladiadores tiñe de rojo las arenas del coliseo ante la mirada pasiva del emperador.
Yo, que no gustaba de las películas "de convoys" (de las que mi padre, por contra, era ferviente adepto), me sentía más atraído desde mi infancia por las de corte histórico: Las grandes superproducciones de la "Era Cinemascope", quizá porque ya en la asignatura de Sociales me encantaba cuando el maestro, "Don Francisco", trataba un tema de Historia Antigua.

Y aunque desconocemos en gran medida cómo era la música de nuestros ancestros del Lacio, sí conocemos sus instrumentos: La tibia, el "cornu", y otros heredados de los pueblos conquistados como el aulos, el órgano o el arpa. También su teoría musical así como algún que otro fragmento conservado son sólo un atisbo de todo lo que supondría el corpus musical de la Roma clásica. Aún así, en la primera mitad del siglo pasado poner música a un filme ambientado en la Antigüedad grecorromana suponía todo un problema.


Miklós Rózsa supo poner música a toda esta ficción histórica.


Miklós Rózsa
Considerado dentro de la corriente "posrromántica" de la Música, Miklós Rózsa (Budapest, 1907 - Los Ángeles, 1995) estudia junto a los "pesos pesados" de su tiempo: Marcel Dupré, Arthur Honneger... Y fue maestro de uno de los grandes de hoy en el arte de hacer música de cine: John Williams, creador de las mejores y más conocidas bandas sonoras de la actualidad.
Luego de recorrer los principales centros musicales europeos en una época convulsa para el Viejo Continente (los "infelices" años 30), da el salto a América para dedicarse a la ocupación por la que lo conocemos hoy día y en la que ha cosechado sus más grandes éxitos: Compositor de Música para el Cine. La reciente incorporación de la banda sonora a la película cinematográfica (de ahí viene el término "banda sonora") supuso una estupenda oportunidad para desarrollar el talento de esta generación de compositores que vio en el cine un fenómeno de masas que iba en aumento y gracias al cual podían desarrollar un nuevo arte en el campo compositivo: La creación de música para el cine.

Su música de cine es ante todo "atmosférica": Recrea situaciones y "mete" al espectador en el filme, cumpliendo la música un papel fundamental que exalta, engrandece y da sentido a lo que la pantalla nos está contando. Consciente pues del papel que la música debía cumplir en una película, compone con la intención de introducir al espectador no en una reconstrucción fiel de la época, sino en una historia de corte novelesco con villanos, héroes e imposibles escenas de combate. Echando mano de recursos clásicos pero tremendamente efectivos, se sirve de una potente y nutrida orquesta sinfónica con especial dedicación en las secciones de viento y percusión como hará décadas después otro de los grandes de la música cinematográfica, Basil Poledouris (al que le debo un post).

Sus exitosas composiciones se cuentan por decenas. Pero sin duda una de sus más afamadas y que nos sirve de ejemplo de su arte es la banda sonora de la película Ben-Hur (1959), que le hizo merecedor de un óscar. En el siguiente video, de 1979, podemos verle dirigiendo la suite que constituye el material sonoro principal de dicha banda sonora.

Que lo disfruten.


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