A todos los que un día dejaron su tierra buscando un futuro mejor.
Tomás Luís de Victoria, quien pasara la mayor parte de su vida en Italia, era español. De Ávila. Y es quizá uno de los más grandes compositores de toda la historia de la música. Y reitero su origen español porque Victoria no se llamaba "Tomasso Ludovico" como algunas editoriales se empeñaron en bautizarle. Se llamaba Tomás Luís y se fue a Italia con una prometedora carrera, donde escribió la mayor parte de su música.
Pese a su brillante y prometedora carrera en la Roma papal, deseaba constantemente volver a su tierra. Victoria es un genio de la música, pero no olvidemos que fue un emigrante.
Este es el primero de muchos posts que quiero escribir sobre el genio abulense, y aquí os dejo uno de mis motetes preferidos, el espléndido Super flumina Babylonis.
Considero el texto de éste salmo como uno de los más bellos cantos a la nostalgia por la patria lejana. Y seguramente Victoria no fuera ajeno a ese sentimiento dada su situación. Este monumento sonoro es clara prueba. Escrito para dos coros con acompañamiento de órgano, podríamos estructurarlo, basándonos en el texto, en tres partes:
En la primera, se describe la escena: Los israelitas, cautivos en Babilonia, llorando junto al río. Victoria emplea recursos musicales que evocan una deliciosa nostalgia (atención a las melodías descendente en la palabra "flevimus" =llorábamos) y refuerzan el mensaje.
En la segunda escuchamos un diálogo entre los dos coros: Los caldeos (sus captores) les piden que les canten cánticos de su tierra. Aquí, en "canticis Sion" (=cánticos de Sión) cambia a ritmo ternario, dándole un carácter más apresurado a la pregunta.
Finalmente, el "Quomodo cantabimus..." es la respuesta cuya frase muestra la idea principal de todo el motete: ¿cómo puedo yo cantar en tierra extraña?. Victoria transforma la respuesta en un lamento que explota con grandes y amplios acordes con progresiones melódicas ascendentes. Aquí parece que el ritmo se ralentiza y la música resuena con más fuerza. La respuesta de los judíos es clara y contundente, aunque con reminiscencias de la nostalgia de la primera parte. Un verdadero deleite para los sentidos.
El texto dice así:
En la primera, se describe la escena: Los israelitas, cautivos en Babilonia, llorando junto al río. Victoria emplea recursos musicales que evocan una deliciosa nostalgia (atención a las melodías descendente en la palabra "flevimus" =llorábamos) y refuerzan el mensaje.
En la segunda escuchamos un diálogo entre los dos coros: Los caldeos (sus captores) les piden que les canten cánticos de su tierra. Aquí, en "canticis Sion" (=cánticos de Sión) cambia a ritmo ternario, dándole un carácter más apresurado a la pregunta.
Finalmente, el "Quomodo cantabimus..." es la respuesta cuya frase muestra la idea principal de todo el motete: ¿cómo puedo yo cantar en tierra extraña?. Victoria transforma la respuesta en un lamento que explota con grandes y amplios acordes con progresiones melódicas ascendentes. Aquí parece que el ritmo se ralentiza y la música resuena con más fuerza. La respuesta de los judíos es clara y contundente, aunque con reminiscencias de la nostalgia de la primera parte. Un verdadero deleite para los sentidos.
El texto dice así:
Super flumina Babylonis, illic sedimus et flevimus: dum recordaremur tui Sion: suspendimus, organa nostra. Quia illic interrogaverunt nos, verba cantionum. Et qui abdoserunt nos: Hymnum cantate nobis, de canticis Sion. Quomodo cantabimus canticum Domini in terra aliena? |
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar acordándonos de Sión. (sobre los sauces) colgamos nuestros instrumentos. Allí ellos nos pedían que cantaramos cánticos. Nuestros captores nos decían: "Cantadnos un himno de Sión" ¿De qué modo podemos elevar cánticos al Señor en tierra extraña? |
Y suena así de bien interpretado por The Sixteen:
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