Está circulando por la red una entrevista al violista Alejandro Garrido.
La información que se nos ofrece es "sevillano se burla del entrevistador por hablarle en catalán", y es que Garrido es viola principal de la orquesta del Teatro del Liceu de Barcelona.
Dentro vídeo:
No sería la primera vez que un castellanoparlante responde en su lengua a un entrevistador en catalán (me estoy acordando del tenor sevillano Francisco Fernández-Rueda, sin ir más lejos). No voy a entrar en eso, simplemente que la entrevista es a todas luces un "troleo" total a todos. Para empezar porque se ve claramente que se está realizando en una escuela de comunicación audiovisual y no en un medio público como una televisión local.
Me da igual que se esté usando este vídeo para atacar al independentismo por parte de una caterva desinformada incapaz de "rascar" para ver si hay algo más. Lo realmente importante viene en la otra entrevista, ésta íntegra en castellano. El nivel de "guasa" se mantiene (más bien se intensifica), aunque la entrevistadora aguanta menos la risa que su compañero del vídeo anterior. Lo que cambia es la interpretación al final. El señor Garrido toca el preludio de la Suite II para violonchelo de J. S. Bach, una obra "fetiche" para (nosotros) los violistas. Esos dos últimos minutos del vídeo te hacen olvidar todo lo anterior: si era o no una coña, si es gracioso o no, si es para un trabajo fin de grado...
Ahora os invito a leer quién es realmente Alejandro Garrido, a buscar más vídeos suyos (donde no falta su "humor" característico). Si es gracioso o si está loco da exactamente igual. Su interpretación es tan genial, una música tan buena y tan bien tocada, que lo demás queda en un segundo plano. Porque cuando la música suena, todo lo demás sobra.
Al menos así lo percibo yo en muchos casos, que las piedras de muchos monumentos emanan música.
Será por mi dualidad historiador del arte - músico que, al contemplar un lugar, a la historia y al arte se le suma la música que suena en mi cabeza.
La última y más fuerte experiencia que he tenido en este sentido fue en mi reciente viaje a París, durante el puente de la Inmaculada.
Y ocurrió con dos monumentos de épocas y estilos completamente diferentes: la catedral de Notre Dame y la iglesia de La Madeleine.
Para mí fue un descubrimiento el coro de la catedral de París. La imagen típica de su fachada (reconstruída en el siglo XIX, dicho sea de paso) y sus gárgolas son la imagen icónica de este monumento. Los coros suelen ser las primeras partes que se completan de una catedral (así fue en Notre Dame), ya que es dentro de ellos donde se desarrolla la liturgia de las horas canónicas llevada a cabo por los canónigos. El coro de Notre Dame de París está decorado con unos preciosos relieves en madera policromada sobre la vida de Jesucristo que datan del siglo XIV. Pensar en la intensa actividad musical que se "encerraba" tras estos relieves hizo sonar en mi cabeza la Messe de Nostre Dame de Guillaume de Machaut:
Aunque Machaut compuso esta misa para la catedral de Reims, también se trata de una obra de la misma época que estos relieves que tanto me impresionaron (siglo XIV).
La "hipnótica" versión del Ensemble Organum dirigido por Marcel Pères interpretando el kyrie me transportaba a este mismo coro en la Edad Media durante una función solemne donde música e incienso se elevan hacia las coloridas vidrieras de la catedral.
Cambiamos radicalmente de estilo y época. Entramos en la iglesia de la Magdalena, construida entre 1763 y 1842 en el estilo de un templo clásico. Su impresionante vista desde la Plaza de la Concordia te va preparando desde la lejanía al espectáculo visual que te aguarda tras su columnata.
En esta iglesia se estrenó, en 1888, el archiconocido Requiem de Gabriel Fauré (1845-1924), cuyo Introit et kyrie sonaba constantemente, con el ritmo "caminante" del bajo acompañando el verso Requiem æternam entonado por los tenores: Cliquea aquí y sigue leyendo
En este caso la asociación era obvia, pero es tan necesario conocer el espacio para el que una obra musical fue compuesta, que cuando estas allí todo cobra un mayor sentido e, inevitablemente, se materializa en tu mente.
A todos los que un día dejaron su tierra buscando un futuro mejor.
Tomás Luís de Victoria, quien pasara la mayor parte de su vida en Italia, era español. De Ávila. Y es quizá uno de los más grandes compositores de toda la historia de la música. Y reitero su origen español porque Victoria no se llamaba "Tomasso Ludovico" como algunas editoriales se empeñaron en bautizarle. Se llamaba Tomás Luís y se fue a Italia con una prometedora carrera, donde escribió la mayor parte de su música.
Pese a su brillante y prometedora carrera en la Roma papal, deseaba constantemente volver a su tierra. Victoria es un genio de la música, pero no olvidemos que fue un emigrante.
Este es el primero de muchos posts que quiero escribir sobre el genio abulense, y aquí os dejo uno de mis motetes preferidos, el espléndido Super flumina Babylonis.
Considero el texto de éste salmo como uno de los más bellos cantos a la nostalgia por la patria lejana. Y seguramente Victoria no fuera ajeno a ese sentimiento dada su situación. Este monumento sonoro es clara prueba. Escrito para dos coros con acompañamiento de órgano, podríamos estructurarlo, basándonos en el texto, en tres partes:
En la primera, se describe la escena: Los israelitas, cautivos en Babilonia, llorando junto al río. Victoria emplea recursos musicales que evocan una deliciosa nostalgia (atención a las melodías descendente en la palabra "flevimus" =llorábamos) y refuerzan el mensaje.
En la segunda escuchamos un diálogo entre los dos coros: Los caldeos (sus captores) les piden que les canten cánticos de su tierra. Aquí, en "canticis Sion" (=cánticos de Sión) cambia a ritmo ternario, dándole un carácter más apresurado a la pregunta.
Finalmente, el "Quomodo cantabimus..." es la respuesta cuya frase muestra la idea principal de todo el motete: ¿cómo puedo yo cantar en tierra extraña?. Victoria transforma la respuesta en un lamento que explota con grandes y amplios acordes con progresiones melódicas ascendentes. Aquí parece que el ritmo se ralentiza y la música resuena con más fuerza. La respuesta de los judíos es clara y contundente, aunque con reminiscencias de la nostalgia de la primera parte. Un verdadero deleite para los sentidos.
El texto dice así:
Super flumina Babylonis,
illic sedimus et flevimus:
dum recordaremur tui Sion:
suspendimus, organa nostra.
Quia illic interrogaverunt nos,
verba cantionum.
Et qui abdoserunt nos:
Hymnum cantate nobis,
de canticis Sion.
Quomodo cantabimus canticum Domini
in terra aliena?
Junto a los ríos de Babilonia
nos sentábamos a llorar
acordándonos de Sión.
(sobre los sauces) colgamos nuestros instrumentos.
Allí ellos nos pedían
que cantaramos cánticos.
Nuestros captores nos decían:
"Cantadnos un himno
de Sión"
¿De qué modo podemos elevar cánticos al Señor
en tierra extraña?
Más de una vez me han dicho amigos y conocidos: "Oye, quiero empezar a escuchar música clásica pero no sé por dónde empezar. Mándame algo para ir escuchando".
La verdad es que la música es algo muy personal y lógicamente todo no nos puede gustar. Pero hoy día con Youtube y Spotify tenemos (por citar sólo dos) muchas herramientas para explorar nuevas músicas. Por eso me dediqué hace un tiempo a hacer una lista de youtube con piezas de diversas épocas que voy aumentando poco a poco. Ahí os la dejo para vuestra curiosidad y disfrute. ¡Se admiten sugerencias! ¡Y no olvidéis suscribiros para poder recibir novedades!
Dedicado a mi amigo Jorge Enrique García, con el que tantas horas hemos echado hablando de éstos temas.
Hagamos un ejercicio de imaginación e intentemos convertirnos en un campesino español de hace....pongamos 300 años.
La vida del "Tercer Estamento", es decir, los "currantes", que ocupaban más del 70 % de la población (con variaciones dependiendo de la zona) era bastante sacrificada. No existían días libres, y sólo algunos días señalados en el calendario se consideraban festivos. Ésos días, sus miserables y grises vidas dedicadas al trabajo de sol a sol, tomaban color: Un día sin trabajar, con fiesta en la calle y en el templo.
Nunca me gustaron las etiquetas de "música culta", "música folclórica" y "música popular" que la mayoría de las editoriales muestran en los libros de Historia de la música para Secundaria; pero es cierto que había una "música culta", aquella que se producía y escuchaba en los palacios y en los ricos teatros de la alta burguesía que dicho sea de paso, aunque pertenecían a ese "70%", eran minoría frente a campesinos y artesanos:
Fragmento de la ópera "Il Sant´Alessio" (1631) de Stefano Landi
Motete politextual "Amara valde / Amour et biauté / Quant en moy" de Guillaume de Machaut (S.XIV)
Ésta música gozaba de un estatus superior ya que se dirigía a las clases dirigentes. Cultas y formadas. Óperas con libretos de alta calidad literaria que el pueblo llano no entendía debido obviamente a su falta de acceso a la educación.
Volvamos a nuestro campesino. Sin opción alguna de descubrir éste tipo de música, le quedaba la opción de entrar en la iglesia.
Aunque la Iglesia católica ha sido el mejor mecenas de la música en círculos aristocráticos (el propio Machaut era clérigo), siempre puso sus ojos en la música como instrumento evangelizador. Así, todas las artes plásticas se ponían al servicio de la liturgia. La catequesis plástica para impresionar, cautivar e incluso atemorizar al fiel iletrado cada vez que entraba en el templo.
Así el estilo eclesiástico tenía un objetivo claro, no exento en algunos momentos de polémica en los cuales los defensores de la ortodoxia combatían las "intromisiones" de la música "culta" o del teatro, más sugerente y atrevida. En las iglesias orientales (como la ortodoxa rusa y griega por poner un par de ejemplos) la voz es el único instrumento permitido en el templo (incluso un único estilo de canto prácticamente inalterado a través de los siglos).
Nuestro campesino, tras trabajar horas y horas bajo el sol, de repente, podía escuchar cosas como ésta:
Motete "Surge propera amica" de Francisco Guerrero (finales del siglo XVI)
O ésta:
Motete "Ave verum corpus" de Wolfgang A. Mozart (finales del siglo XVIII)
....por poner un par de ejemplos.
Pongámonos en el pellejo de una persona cuya experiencia vital podría sufrir un "shock", pero yo personalmente opino que estas personas estarían habituadas, a fuerza de costumbre, a oír éste tipo de música, no exentos por supuesto de la fascinación que entraña escuchar producciones musicales elaboradas e interpretadas por profesionales altamente cualificados y que en muchos casos, tocan y estremecen al oyente, independientemente de su fe o ausencia de ella.
Así pues la "música sacra", desde éste punto de vista, se muestra como una música de fácil acceso al pueblo llano, una música "popular". Podremos escuchar millones de ejemplos, de mejor o peor calidad, pero está claro que para cualquier aficionado a la música "culta" o "clásica" poco iniciado, es altamente probable que sea la sacra la que ocupe la mayor parte de su discografía.
Corría apresurado con unos buenos amigos amantes como yo de la buena música a la Catedral vieja de Cádiz. Era otoño de 2006 y cantaba el mítico Ensemble Organum.
A medida que me acercaba a la antigua Seo por el Callejón de los Piratas, veía algunos señores que andaban (aunque no tan apresurados como yo) a tal magno evento, que suelo denominar el "Cometa Halley" de la Música Antigua en Cádiz (difícilmente veremos una cosa así otra vez). Estos tipos iban con sotanas blancas y uno de ellos, bastante mayor, iba hablando por teléfono móvil a medida que caminaba. Era un idioma extranjero que no había oído en mi vida, pero mis ganas de llegar a tiempo para no quedarme sin sitio podían más que mi frikismo por los idiomas.
Cuando llegamos a la Parroquia de Santa Cruz, no cabía un alfiler.
Parroquia de Santa Cruz, la "Catedral vieja" de Cádiz
De pié, en una de las naves laterales de este relicario de historia estaba yo, con mis amigos. De la nave central emergen esos señores con los que me topé en el trayecto. Al frente su director, Marcel Péres.
El programa comparaba el canto mozárabe (buen tema para hablar en próximas entradas) con el marroquí de saama, desarrollados ambos en la mísma época y espacio físico: España. Podéis imaginar qué tal fue el concierto: Revelador, educativo, bello, catárquico...Impresionante.
Uno de los cantores era ése señor que hablaba por teléfono móvil en la lengua de Platón: Licurgo Angelopulos. El mayor investigador de canto bizantino, profesor y fundador del Coro griego de Canto bizantino, y cantor principal del Patriarcado ortodoxo de Constantinopla.
No recuerdo exactamente cuando empecé a escuchar canto bizantino, que a la Iglesia Ortodoxa lo que el gregoriano a la Católica. La primera diferencia que encontramos es que aquí no existe acompañamiento alguno (aunque muchos crean que el gregoriano es únicamente a capella, se ha interpretado con órgano desde prácticamente toda su existencia). La segunda, obviamente, el idioma. El griego es al rito ortodoxo lo que el latín al católico.
El resto de diferencias es pura conjetura ya que, al igual que en el gregoriano, la notación que aparece es muy tardía y por tanto la necesaria labor de investigadores como Angelopoulos tratando de atar cabos de cómo sonaba, cómo era.
En el caso que nos ocupa, él opta por la tradición, pero desde el punto de vista actual. En resumidas cuentas, el canto es liturgia y está vivo, no es una pieza de museo.
A los no habituados con éste tipo de músicas les llamará la atención el aire "oriental" de sus melodías, adornos sugerentes que no miran a Arabia, sino al Mediterráneo.
Hace unas semanas uno de aquellos privilegiados que oímos cantar tropos en griego a aquél viejo en aquel concierto me dio la noticia de su muerte. Por eso, la experiencia que vivimos aquella tarde de noviembre de 2006 en nuestra querida ciudad, no se volverá a repetir.
Gracias maestro, mil gracias por tu obra que no es otra que mantener vivo tan rica herencia cultural. Descanse en paz.
Liturgia de San Juan Crisóstomo
Conferencia (en inglés) de Angelopoulos en EEUU.
Documental (en griego) sobre su Coro griego bizantino. Curioso verlos ensayar.
Mezcla de silencio y nostalgia por la Semana Santa que está a punto de acabar.
Compuesta como “Poema sinfónico en forma de marcha fúnebre” en 1919 y dedicada a la sevillana Virgen de la Amargura, Amarguras es considerada la "Gran marcha", el "Himno de la Semana Santa". Resumen perfecto del sentir único de los andaluces en esta época del año. Amarguras es Semana Santa, es Andalucía y es distancia y melancolía.